jueves, 18 de febrero de 2010

Por más que madrugo no encuentro la ayuda de Dios

Oh!
Triste realidad.
Creo que todos estamos hartos de leer sobre aquello de.. "los pequeños detalles son los que le dan sentido a nuestras vidas..."
¿Y si son los grandes detalles?
Aquello de la cadena de favores... ¿Funcionaría?
Todos los días pierdo la fe en la humanidad (¿tendré agujeros en los bolsillos?) y misteriosamente aparece otra vez a la mañana siguiente sobre mi mesilla de noche (¿o mesilla de día?, espera...no sé si tengo de eso).
Me alegran cosas como mi (ya mítica) Whoever You Are (I wanna thank you)... O sea, ¿Quién diablos le escribe una canción a una persona que le dejó pasar con el coche un día de tráfico?; y cosas como jugar a las cartas con mi abuela y escuchar sus entretenidísimas (no) charlas sobre historia del arte...
Parece que mi única manera de vivir es pluripersonificándome...creo que guardo la vergüenza en mis pupilas.
No soy más que una "wannabe"... Wannabe de la vida, digo.
Lo quiero ser todo (Pipi Langstrum, entre otras cosas)y luego no soy más que la sombra de Jules Florencia...

¿Le doy yo la personalidad a Jules o Jules me la da a mi?
Tiemblo más de lo normal últimamente...

¿El optimismo es contagioso? ¿el pesimismo es contagioso?

Oh! Vaya por LOL... menuda mierda de entrada...

No hay más que decir, la única conclusión que he sacado es que...mi vida, es decir, LA VIDA, no es más que una enfermedad mortal de transmisión sexual.


Lunática, para la Comunidad.

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