lunes, 4 de octubre de 2010

De pensar, te mueres.



Pienso y pienso y pienso sin cesar.
Y no es que no haya llegado a ninguna conclusión. Eso es lo peor.
Llego a conclusión tras conclusión.
Y a cuantas más conclusiones peor.
Veréis, desde que he pillado la insana costumbre de pensar, he odiado más.
Me explico: Pienso (con la mejor intención del mundo, ¡de verdad!)y descubro el mundo en su totalidad.
Bueno, la que yo pienso.
No me malinterpretéis, no es que todo sea una mierda y yo me haya dejado el flequillo largo y de lado y me empiece a mutilar el cuerpo...
Sino que cuando antes me contentaba con las verdades superficiales, ahora necesito algo más y ese algo más no es lo que me esperaba.
O algo así.
Es que de pensar te quedas tonto.
Oscar Wilde me ha inspirado con aquello que opina sobre pensar.
Algo así como que pensar es la cosa más insana del mundo, que la gente se muere de pensar como de cualquier otra enfermedad.
Le creo.
Es más, hoy, mientras pensaba, he creído ver aquella luz blanca al final del túnel.
Y lo pasé mal.
Así que me puse a pensar sobre ello.
Toda la tarde.
Y en esas me hallo.
Me duele la cabeza de pensar.
Lo bueno es que el pensamiento no se contagia si no se habla de ello, así que no os preocupéis, se me han quitado las ganas de pensar.

De pequeña me daban miedo los balcones...

...y si se caían?